domingo, 11 de enero de 2009

EL ABUSO.....


Casi todos han oído de alguien, o conocen a alguien, que ha sido abusado verbalmente. Tal vez usted esté involucrado en una relación verbalmente abusiva. También es posible que nadie conozca su situación siquiera. El abuso verbal es como una golpiza que no deja evidencias, como las magulladuras de las golpizas físicas. Usted (o su amigo) puede estar sufriendo en silencio y en aislamiento. Lo que una persona piensa en su mente y en su corazón se verá reflejado en sus palabras y en sus acciones. El abuso verbal y el abuso físico son el resultado de una forma de ver el mundo que claramente no es bíblica.

El abuso verbal suele ser más difícil de ver, ya que raramente hay cicatrices visibles, a menos que haya habido abuso físico. Pero a menudo es menos visible simplemente porque el abuso tal vez siempre ocurra en privado. La víctima del abuso verbal vive en un mundo cada más confuso. En público, la víctima está con una persona. Cuando está en privado, el abusador puede convertirse en una persona completamente diferente. Frecuentemente, aunque no siempre, el perpetrador del abuso verbal es un varón y la víctima es una mujer. Hay muchos ejemplos de mujeres que son bastante abusivas verbalmente.

El abuso verbal es dañino y suele atacar la naturaleza y las capacidades de la pareja. Con el tiempo, la pareja puede comenzar a creer que hay algo de malo con ella o con sus capacidades. Puede llegar a sentir que ella es el problema, y no su pareja. Puede ser abierto (mediante insultos y arranques de ira) o encubierto (a través de comentarios sutiles, con un efecto similar a un lavado de cerebro). El abuso verbal abierto suele incluir reproches y acusaciones, y confunde a la pareja. El abuso verbal encubierto, que es la agresión oculta, confunde aún más a la pareja. Su objetivo es controlarla sin que se dé cuenta. Puede llegar a ser manipulador y controlador, alguien puede hacer comentarios despectivos de una forma sumamente sincera e interesada. Pero el objetivo es controlar y manipular. También pude ser imprevisible, de hecho, la imprevisibilidad es una de las características más significativas del abuso verbal. La pareja queda atontada, atónita y desestabilizada por el sarcasmo, la frase hiriente, el desprecio o el comentario injurioso de su pareja. Igualmente suele escalar, aumentando en intensidad, frecuencia y variedad. Puede comenzar con frases despectivas disfrazadas como chistes. Luego pueden aparecer otras formas. A veces, el abuso verbal puede escalar hacia el abuso físico, comenzando con empellones “accidentales,” empujones y choques.

La víctima suele ser el blanco de arranques de ira, el sarcasmo, o una fría indiferencia. La reacción del abusador ante estas acciones a menudo está recubierta de una actitud de “¿Qué te pasa a ti?” Se la acusa de “hacer de todo una montaña.” Con el tiempo, ella pierde su equilibrio y seguridad y comienza a preguntarse si es ella la que está loca.

La clave de la sanidad está en reconocer el abuso verbal por lo que es, y comenzar a tomar pasos deliberados para detenerlo y traer sanidad. Dado que el abusador suele usar la negación, la responsabilidad por reconocer el abuso verbal suele estar en la pareja.

No es la voluntad de Dios que usted (o su amigo) esté en una relación verbalmente abusiva. Esas palabras airadas y críticas destruirán su confianza y su autoestima. Ser sumisa en una relación de matrimonio (Efesios 5:22) no significa dejarse ser golpeada verbalmente por su pareja. Es cierto que 1 Pedro 3:1 enseña que las esposas, al someterse a sus esposos, pueden ganarlos a Cristo por su comportamiento. Pero no enseña que deben permitir que sean abusadas verbalmente o físicamente.

Un elemento clave en esta área del abuso verbal indudablemente será confrontar al abusador. Es importante que usted se dé cuenta que la confrontación es un principio bíblico. Jesús enseñó acerca de esto en Mateo 18:15-20. Yo le recomendaría que busque ayuda de su líder espiritual o un consejero. Pero también le recomendaría que consiga hombres y mujeres de Dios que puedan confrontar afectuosamente a la persona que la está abusando. Su objetivo debería ser penetrar a través de su negación y restaurarlo amablemente con un espíritu de mansedumbre.

El abuso verbal es un problema emocional difícil, pero hay esperanza si el abusador está dispuesto a confrontar su falta y conseguir ayuda.

miércoles, 7 de enero de 2009

LA DISCUSIÓN......

Yo quisiera no tener que discutir nunca con mi esposo, decía en medio de lágrimas la esposa desconsolada” Otro decía:” Mi esposa me está volviendo loco, discute por todo, no me entiende, y cada día no hace sino desesperarme”.
¿Es posible vivir como matrimonio sin tener que discutir? Los Conflictos y las discusiones no son malas, son el mecanismo genuino que nos lleva a crecer como pareja. Lo que necesitamos en nuestro matrimonio es saber tratar con nuestras diferencias y aprender a saltar juntos los obstáculos diarios, como lo hacen los deportistas en el campo de las carreras de obstáculos. La clave en el matrimonio es aprender a tratar nuestras diferencias con mentalidad de adulto. Cuando como adultos hablamos y discutimos sacamos los frutos más sólidos de nuestra relación.

Muchos matrimonios se demuestran amor pero condicional. Si piensas como yo, sí aceptas lo que digo y vas donde quiero, te amo, pero sí discrepas conmigo no te demostraré amor. La Biblia no habla de unidad como producto de la uniformidad, sino de unidad en medio de la diversidad. Nuestro amor no puede ser condicionado. Dios nos ama incondicionalmente y ese tipo de amor tenemos que expresarlo en el matrimonio. Mis ideas no tienen porque alejarme de la persona a quien amo y quién tiene ideas diferentes. Juntos podemos enriquecernos en la combinación de nuestras diferencias.

Hay momentos en nuestra relación cuando nuestro cónyuge por su inmadurez, o por su confusión o tal vez por sentirse indefenso, nos ataca. Si respondemos de la misma manera, con un ataque, creamos un problema y las posibilidades de solución de problemas tenderán a profundizarse.
Cuando la Biblia habla del Dominio propio se refiere a dominar tres cosas: la lengua, la comida y el sexo. Entonces en el matrimonio en medio de una discusión necesitamos ejercer el Dominio Propio en la lengua no permitiendo que ella sea el medio rápido de desplegar nuestra ira hacia el cónyuge.

En el matrimonio en medio de discusiones, tendemos a mirar más los ataques que recibimos e ignorar nuestras reacciones. Nosotros no somos responsables de los ataques que vienen pero si de nuestras reacciones. Cuando comienzo a reconocer y tratar mis reacciones, descubro que un cambio comienza a generarse en mi cónyuge con quien tengo ciertas diferencias. No se concentre mucho en la expresión, las palabras o las actitudes que vienen del cónyuge, sino más bien en tus reacciones.

Entendimiento en el matrimonio no puede llegar o experimentarse hasta que no logre la claridad de lo que yo estoy recibiendo. Muchas veces nuestro cónyuge no esta expresando claramente lo que esta en su corazón. Especialmente a las mujeres les cuesta expresar claramente lo que tienen dentro de ellas, debido a que son básicamente movidas por las emociones y los hombres somos movidos por la lógica. Es por eso que es común escuchar a un hombre decir: “Tú dijiste esto o aquello”, la esposa dice:” Yo no dije eso o no quise decir”.

Parafrasear es algo vital en la comunicación. Parafraseo es repetir lo que oímos para estar seguros que nuestro cónyuge ha podido expresar lo que está en su corazón. Para eso necesitamos movernos más allá del dolor hacia una genuina comunicación. . Decida no culpar a su cónyuge y derrame misericordia sobre él o ella. Culparnos mutuamente solo extiende el abismo entre los dos. Dios es misericordia y él quiere que en nuestro matrimonio no perdamos ni la Misericordia ni la Compasión.

Ojala nuestro cónyuge pueda decir. ” Desde que decidimos aprender a discutir en nuestro matrimonio, el bien y la misericordia me han seguido de tu parte”. Decida hoy comenzar este sencillo plan de resolución de discusión en tu matrimonio y notarás una gran diferencia.


El Salmista dijo de Dios: “Ciertamente, el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días”. (Salmo 23:6)