miércoles, 7 de enero de 2009

LA DISCUSIÓN......

Yo quisiera no tener que discutir nunca con mi esposo, decía en medio de lágrimas la esposa desconsolada” Otro decía:” Mi esposa me está volviendo loco, discute por todo, no me entiende, y cada día no hace sino desesperarme”.
¿Es posible vivir como matrimonio sin tener que discutir? Los Conflictos y las discusiones no son malas, son el mecanismo genuino que nos lleva a crecer como pareja. Lo que necesitamos en nuestro matrimonio es saber tratar con nuestras diferencias y aprender a saltar juntos los obstáculos diarios, como lo hacen los deportistas en el campo de las carreras de obstáculos. La clave en el matrimonio es aprender a tratar nuestras diferencias con mentalidad de adulto. Cuando como adultos hablamos y discutimos sacamos los frutos más sólidos de nuestra relación.

Muchos matrimonios se demuestran amor pero condicional. Si piensas como yo, sí aceptas lo que digo y vas donde quiero, te amo, pero sí discrepas conmigo no te demostraré amor. La Biblia no habla de unidad como producto de la uniformidad, sino de unidad en medio de la diversidad. Nuestro amor no puede ser condicionado. Dios nos ama incondicionalmente y ese tipo de amor tenemos que expresarlo en el matrimonio. Mis ideas no tienen porque alejarme de la persona a quien amo y quién tiene ideas diferentes. Juntos podemos enriquecernos en la combinación de nuestras diferencias.

Hay momentos en nuestra relación cuando nuestro cónyuge por su inmadurez, o por su confusión o tal vez por sentirse indefenso, nos ataca. Si respondemos de la misma manera, con un ataque, creamos un problema y las posibilidades de solución de problemas tenderán a profundizarse.
Cuando la Biblia habla del Dominio propio se refiere a dominar tres cosas: la lengua, la comida y el sexo. Entonces en el matrimonio en medio de una discusión necesitamos ejercer el Dominio Propio en la lengua no permitiendo que ella sea el medio rápido de desplegar nuestra ira hacia el cónyuge.

En el matrimonio en medio de discusiones, tendemos a mirar más los ataques que recibimos e ignorar nuestras reacciones. Nosotros no somos responsables de los ataques que vienen pero si de nuestras reacciones. Cuando comienzo a reconocer y tratar mis reacciones, descubro que un cambio comienza a generarse en mi cónyuge con quien tengo ciertas diferencias. No se concentre mucho en la expresión, las palabras o las actitudes que vienen del cónyuge, sino más bien en tus reacciones.

Entendimiento en el matrimonio no puede llegar o experimentarse hasta que no logre la claridad de lo que yo estoy recibiendo. Muchas veces nuestro cónyuge no esta expresando claramente lo que esta en su corazón. Especialmente a las mujeres les cuesta expresar claramente lo que tienen dentro de ellas, debido a que son básicamente movidas por las emociones y los hombres somos movidos por la lógica. Es por eso que es común escuchar a un hombre decir: “Tú dijiste esto o aquello”, la esposa dice:” Yo no dije eso o no quise decir”.

Parafrasear es algo vital en la comunicación. Parafraseo es repetir lo que oímos para estar seguros que nuestro cónyuge ha podido expresar lo que está en su corazón. Para eso necesitamos movernos más allá del dolor hacia una genuina comunicación. . Decida no culpar a su cónyuge y derrame misericordia sobre él o ella. Culparnos mutuamente solo extiende el abismo entre los dos. Dios es misericordia y él quiere que en nuestro matrimonio no perdamos ni la Misericordia ni la Compasión.

Ojala nuestro cónyuge pueda decir. ” Desde que decidimos aprender a discutir en nuestro matrimonio, el bien y la misericordia me han seguido de tu parte”. Decida hoy comenzar este sencillo plan de resolución de discusión en tu matrimonio y notarás una gran diferencia.


El Salmista dijo de Dios: “Ciertamente, el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días”. (Salmo 23:6)

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