lunes, 24 de agosto de 2009

LOS CELOS

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El verdadero amor sólo proviene de personas seguras de sí mismas, personas que ya han logrado amarse. Los celos, en cambio, vienen acompañados de temor, odio e ira, que son emociones que socavan la felicidad. Los celos provienen de un complejo de inferioridad. Tener celos significa que la persona teme no poder mantener las relaciones con los demás.

Si temes que la persona que amas puede preferir a otro, primero ve si en ti algo está fallando y supérate. Ámate primero, acéptate primero y esfuérzate personalmente, para que tú mismo confíes en ti, antes de esperar que otros lo hagan. La autosuperación personal es el resultado de aplicar la ley del amor, donde primeramente nos respetamos y nos valoramos, luego recibimos la manifestación externa del amor de otros. Si tú no te quieres, difícilmente otro te querrá.

El verdadero amor no se puede comprar, ni obligar. La persona insegura recurre a los celos, lo cual hace que el ser amado se enfurezca y el propósito de la relación se dañe. Los celos vuelven a la persona vengativa y como es el caso de todas las emociones e intenciones dañinas, la persona termina lastimándose a sí misma. Los celos, la venganza, el odio y el resentimiento destruyen la paz interior, que es nuestro recurso más valioso. El amor sólo sobrevive donde hay clima de respeto, libre de toda actitud posesiva.

Cuando los celos te atacan, declara a ti mismo: “Valgo y me valoro, me declaro libre de todo temor y celos. Creo que la persona que realmente me valora estará a mi lado y la que no se ira y nada la detendrá”. Renunciad al temor y los celos te darán libertad y retornará a ti la sensación de paz interna. Lo que te pertenece será tuyo, lo que no está hecho para ti no te traerá felicidad. La satisfacción personal viene cuando tratas de mejorar, cuando te concentras en tu camino y dejas de buscar a otros. Cuando hagas esto, ellos te buscarán a ti. Sé honesto, amable, comprensivo, afectuoso, cultiva el amor. La persona que no responde a tu bondad no merece tu atención, ofrécela a los que la reciban. Aún si tienes que perder a un ser que amas, es preferible que se marche pensando que le diste amor y lo respetaste, a que piense que eres un monstruo celoso.

El amor permanecerá en su corazón y tú mantendrás tu paz, porque habrás alimentado el amor verdadero y no el amor posesivo e inseguro.

El amor no deja lugar al temor,
porque cuando el amor alcanza su perfección,
desplaza al temor.
El que teme es aquel que espera
recibir alguna suerte de castigo,
esto es, aquel en cuyo corazón
el amor no es una realidad perfecta.
(1 Juan 4:18)CST.

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